martes, 31 de julio de 2012

Cap. 17 "Un Extraño en Casa"

Holiiiiis!
Capitulo dedicado a Lucia... me matan sus comentariooss! :D

Maria Flor (@LalaEsposito_MF)

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La puerta se abrió... Ella intentó moverse, gritar, hacer algo. Entonces vio que era Peter, calado, mojando el suelo, con una toalla alrededor del cuello. Él era el misterioso nadador nocturno.

-¡Me has dado un susto de muerte! -le dijo ella mientras se ponía la mano en el corazón para intentar aminorar el ritmo de los latidos.

-¿Qué haces levantada? -preguntó él, frotándose el pelo con la toalla. La luz de la luna se reflejaba en los planos de su cara y en sus músculos al moverse.

-Supongo que es por la diferencia horaria. ¿Eras tú el que estabas nadando en el mar?

-Sí. Me sobraba energía y hay una luna estupenda -se acercó a ella. A la suave luz, parecía que no era real, que acababa de salir de un sueño-. Es algo más que la diferencia horaria - dijo, observando su cara atentamente-. Estás haciendo eso con tu labio inferior.

-¿Qué?

-Mordiéndotelo. Como en la cena. ¿Qué te pasa?

-Nada. Tengo muchas cosas en la cabeza - ella no se había dado cuenta de que se estuviera mordiendo el labio. Para ser tan despreocupado, a Peter no se le escapaba una.

-Sé exactamente lo que necesitas. Ve a ponerte el traje de baño.

-¿El traje de baño?

-Sí, vamos a nadar un rato.

-Pero si acabas de nadar. Y está oscuro, hace frío y...

-Perfecto. Nadar por la noche es lo mejor del mundo. Es justo lo que necesitas para conciliar el sueño. Confía en mí.

-No soy muy buena nadadora -y mucho menos en el mar.

-Yo te vigilaré -Dijo él, guiñándole un ojo-. Ve a ponerte el bañador. O, mejor pensado, ¿quién necesita bañador? -hizo ademán de quitarse el suyo.

-¡No! No. Voy a ponérmelo -dijo ella, y salió corriendo a su habitación. «Esto es una locura. Es medianoche. Puede que haya tiburones», pensó, y acto seguido: «Oh, vamos, relájate. Sé espontánea por una vez en tu vida. Quizá Peter tenga razón y esto hará que te entre sueño».

Se miró al espejo con el bañador: pálida, asustada y nerviosa. ¿Se estaría volviendo loca?

Salieron juntos a la playa. La noche de mayo era agradable, cálida, con una suave brisa. La arena le hacía cosquillas entre los dedos y se movía bajo sus pies de aquel modo tan irritante, pero se las arregló para seguir el ritmo de los largos pasos de Peter. Enseguida llegaron a la arena húmeda. No estaba demasiado fría.

Sin embargo, el agua estaba helada. Lali dejó escapar un gritito y después se tapó la boca con la mano.

-Grita libremente -dijo Peter-. No vas a molestar a nadie.

Ella se dio cuenta de que tenía razón. La playa estaba vacía, al menos hasta donde su vista alcanzaba en ambos sentidos, y las luces de las casas estaban apagadas.

El agua le golpeaba suavemente los tobillos y las pantorrillas. Se abrazó a sí misma y dio unos pasos atrás.

-Está demasiado fría.

-Vamos -le dijo Peter, tomándola de la mano.

Ella sacudió la cabeza y se echó hacia atrás.

-Salta, métete dentro -dijo él, y avanzó. Se tiró y nadó un poco. Después fue hacia ella.

Su sonrisa irritó a Lali, que hizo un esfuerzo y avanzó también.

-No sé qué demonios es esto -dijo al sentir algo abombado bajo sus pies, rogándole al cielo que no la mordiera ni le cortara un pie.

-No pasa nada dijo Peter. Se acercó a ella a través del agua y la tomó en brazos. Ella dio un grito ahogado. Sintió su pecho húmedo y frío contra la piel-. ¿Qué estás haciendo?

Él la llevó más adentro.

-Bájame.

-¿Estás segura? -preguntó él, y la dejó caer de repente.

Ella salió chillando, respiró profundamente y le golpeó el brazo mientras él huía.

-Eres malo.

-Lo superarás. ¿No te das cuenta de lo agradable que es ahora? -dijo él, nadando hacia ella de nuevo, con el agua al nivel de la barbilla.

-Prefiero tomarme las cosas de un modo más... suave -dijo ella, sorprendida al darse cuenta de que el agua no estaba tan fría, después de todo. Él tenía razón, demonios.

-Me apuesto lo que quieras a que te quitas el esparadrapo de una herida poco a poco.

-En realidad, sí.

-De esa manera la agonía es más larga -él se puso de espaldas-. Esto es vida, ¿no te parece?

Ella miró al horizonte. El océano estaba oscuro y parecía amenazador. Sin embargo, allí mismo, con Peter, las olas la mecían suavemente, la reconfortaban, acercándola y luego alejándola de él. Ella se puso también de espaldas, como Peter, y miró al cielo fijamente, donde las estrellas brillaban sobre un manto oscuro.

-Es bonito -admitió. Se volvió y sorprendió a Peter mirándola. Sus miradas se cruzaron y la energía se movió entre ellos como las olas en las que se estaban meciendo. Asombrada, se hundió bajo el agua.

Cap. 16 "Un Extraño en Casa"

Holaaaaaaaaaaaaaaaa! Perdonen por no subir :/ 
Con el tema de que los Teen se separaban no tenia ganas de nada, y estaba esperando el bendito email de la pag de os TEENANGELS , que NUNCA llego :'(


Buenoooo.... Ayer empecé la escuela y llega tarde a mi casa y estaba muerta de sueño :/


Ustedes como empezaron las clases????


Besitooooos, hoy minimo 3 capitulos :D

Maria Flor (@LalaEsposito_MF)

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Los ruidos cesaron y Peter empezó a silbar, perfectamente afinado. Esperaba que su marido también tuviera buena voz, aunque eso sería la guinda del pastel. Lo principal era que fueran compatibles, que buscaran lo mismo en el futuro, que disfrutaran con las mismas cosas y tuvieran los mismos planes.

-Vamos, amigo -dijo Peter suavemente. Después oyó que la puerta se abría y se cerraba. Peter se marchaba al partido de voleibol, con Lucky y con Barbi. Se sintió extrañamente sola. Verdaderamente, Peter Lanzani llenaba un espacio.

Por otra parte, si él no estaba en casa, se sentiría más cómoda con su camisón. Se lavó los dientes, se puso la crema hidratante y se cepilló el pelo, y después volvió a la cama rápidamente, con la esperanza de quedarse profundamente dormida y perderse cualquier actividad que pudiera producirse tras el partido de voleibol al otro lado de la tela que servía de cortina.

Más tarde, Lali se despertó de repente, y se sentó en la cama de un respingo. Miró el despertador: sólo era medianoche, lo cual significaba que había dormido tres horas. Por supuesto, eran las ocho de la mañana en Londres, lo cual explicaba, probablemente, porqué se había despertado. Decidió que se haría un té. Aquel era uno de los recuerdos que se había llevado con ella de vuelta a casa: algunas latas de un té estupendo, que tenía apiladas en la cocina.

Salió de puntillas al pasillo, intentando evitar que el suelo crujiera mucho. La puerta de la habitación de Peter estaba cerrada, pero ella contuvo la respiración. Por experiencia, sabía que había que ser cortés con una persona dormida.

Unos minutos después, mientras aspiraba el delicioso aroma que desprendía la infusión en el cazo de agua, pensó en lo mucho que echaba de menos Londres. Ni siquiera el tiempo lluvioso le había quitado un ápice de atractivo a aquella ciudad. Pero todo se había desvanecido, igual que se disolvía un Alka-Seltzer en un vaso de agua. Un día volvería a aquella ciudad, cuando el negocio estuviera en marcha, quizá con su marido, antes de tener al primero de sus dos hijos...

Se sirvió una taza y la sostuvo entre las palmas de las manos. Después se acercó a la ventana y vio la luna llena sobre el mar. Por primera vez, se dio cuenta de lo maravilloso que era aquello. Cualquiera podría quedarse mirando el océano durante horas. El sonido de las olas era relajante, casi hipnótico. De repente, captó un movimiento en el agua. ¿Un pez enorme? No. Era una persona. Estaba nadando a la luz de la luna, dando brazadas largas y fuertes. Era un hombre, a juzgar por la longitud del tronco desnudo. Después de un rato, se dio la vuelta y empezó a nadar de espaldas, mirando al cielo. El agua debía de estar muy fría, pensó Lali. Y nadar en la oscuridad le daba miedo. Por otra parte, había gente que pagaba grandes cantidades de dinero por tener una casa en la playa, para poder hacer cosas como nadar por la noche.

Ella no. No lo entendía.

Bajo la luz de la luna, el nadador parecía misterioso, efímero, como una criatura mítica del mar, un dios, o un fantasma. Extraño.

De repente, su vista se detuvo en una mancha de moho que había en el marco de la ventana, y siguiendo hacia arriba, vio una humedad en el techo. Habría que arreglar también aquello. Respiró hondo y tomó otro trago de té, Relájate pensó. En aquel momento, incapaz de conciliar el sueño, envidiaba la capacidad de Peter de tomarse la vida con tranquilidad.

Ya que estaba despierta, empezaría a escribir una lista de las cosas que tenía que hacer. Fue de puntillas hasta su habitación, timó un cuaderno de su bolso y volvió a la cocina. Se sentó a la mesa y empezó. Lo primero, sacar las cosas del guardamuebles. En aquello dependía de Peter y de la furgoneta de su amigo. Intentaría meterle prisa para hacerlo lo más pronto posible. Aunque era difícil ponerse muy exigente cuando alguien te estaba haciendo un favor.

Lo siguiente sería comprar material de oficina y encargar unas tarjetas nuevas. Poca cantidad, para mantener bajos los costes. ¿Contratar una segunda línea de teléfono para el negocio? No, todavía no. Demasiado caro. Empezar a llamar a los contactos de la lista de Cande. Aquello lo haría en cuanto llevara a casa los muebles.

De repente, sintió que la ansiedad le atenazaba el pecho. «Hay que mirar hacia delante», se dijo. Tenía ahorros suficientes para dos meses, y si no conseguía clientes rápidamente, se pondría a trabajar por cuenta ajena un tiempo. Aunque, ¿cómo iba a conseguir clientes si empezaba a trabajar para otro y sólo estaba disponible por las tardes? Los consultores a media jornada no inspiraban mucha confianza...

Se le hizo un nudo en el estómago. Parecía que aquella lista no era de gran ayuda para relajarse, así que volvió la página y empezó otra de asuntos personales. Tenía que domiciliar el pago del agua, gas, etc, en su cuenta, arreglar los papeles de propiedad de la casa, hacer un presupuesto de gastos y apresurar a Peter para que se mudara.

Pensar en Peter la puso aún más nerviosa. Cerró el cuaderno, se levantó de la mesa y fue hasta la ventana.

El nadador ya se había marchado. Probablemente, a dormir, como una persona normal. Lali también debería intentar irse a dormir. Aunque primero quitaría todas las cosas de pintar del salón, donde organizaría la oficina al día siguiente.

Cuando iba a salir de la cocina, oyó un ruido en la puerta y se volvió. Por la ventana vio que había un hombre en la galería. Se le subió el corazón a la garganta y se quedó petrificada de miedo.


martes, 24 de julio de 2012

Cap. 15 "Un Extraño en Casa"


Woooow! cuantas firmaaas! :D ME ENCANTA

Les parece que dedique cada capitulo que suba al que primero comente?? :D

Para eso tienen que dejarme su nombre. Si dice Anonimo, no voy a poder :(  

Besooooooos

Mas tarde otro cap :D 
@LalaEsposito_MF (Maria Flor)


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-¿Estás bien, mamá? Pareces agotada.

-He tenido un día largo. Voy a poner los pies en alto -dijo. Lali oyó cómo se sentaba-. Mucho mejor.

La salud de su madre le preocupaba, y recordó lo que le había dicho Peter. A Lali le dolía mucho estar separada de su madre.

-¿Por qué no te vienes a la playa conmigo?

-Eso sería muy agradable, querida.

-No, quiero decir que tenemos que planearlo. Tómate un sábado libre y ven a pasar el día conmigo. El fin de semana completo, si quieres Peter ya se habría marchado para entonces.

-Estamos bastante ocupados en el restaurante.

-A nadie le importaría que te tomaras un fin de semana libre.

Quizá no... -dijo ella-. Pero, ¿qué hay de tu negocio?

-Todo el mundo necesita un descanso, ¿no? -dijo ella.

-Tengo muchas ganas de pasar el día contigo, pero ya sabes que no me gusta demasiado la playa.

-Ni a mí tampoco, pero si no queremos bañarnos, nos quedaremos en el porche mirando al mar. ¿Qué te parece eso?

-Eso suena muy bien.

-Pues vamos a fijar un día para que puedas coordinarte con todo el mundo -quedaron el sábado de tres semanas después.

-Ahora, cuéntame cosas sobre el negocio –le pidió su madre, y Lali le explicó su plan. Empezaría con la lista de contactos de Cande y se dirigiría a los anteriores clientes de Business Advantage, sobre todo a aquellos con los que ya había trabajado.

Mientras hablaba, la confianza, crecía, y el apoyo de su madre contribuyó también. En cuanto colgó, tuvo un momento de visualización positiva y se vio haciendo llamadas y asistiendo a reuniones con nuevos clientes. Se imaginó los detalles, el momento en que estrecharía la mano de un cliente después de firmar un contrato.

Lo conseguiría. Sólo que no en aquel momento. En aquel momento se dio cuenta de que estaba exhausta y de que tenía que dormir. Al día siguiente, se pondría a trabajar, descansada y fresca.

Tomó sus cosméticos y el camisón, un camisón rosa de cuello cerrado del que Peter se reiría, porque indudablemente él dormía desnudo, y se dirigió al baño.

El baño estaba masculinamente desordenado, y las cosas de su compañero de piso estaban esparcidas por todas partes. Sin embargo, encontró sitio en el armario del botiquín y colocó todos sus frascos, el cepillo de dientes y la pasta.

Después vio que la cuchilla de afeitar de Peter estaba en el lavabo, todavía con algo de espuma. La tomó y la olió. Esencia de coco, dulce y densa. Aquella era la fuente de aquel olor tan agradable. Aspiró profundamente, sintiéndose culpable, y después aclaró la cuchilla.

Oía los sonidos que hacía Peter levantando pesas en la otra habitación. Aquel hombre no era capaz de hacer nada sigilosamente, estaba claro.

Debería haberse mostrado más firme a la hora de decirle que tenía que mudarse. Estaba segura de que iba a estirar aquellos dos días si se lo permitía.

En realidad, la conversación sobre la ropa interior había sido divertida, tenía que admitirlo. El sentido del humor era importante en la vida. Aquello le recordó la lista de cualidades de su futuro marido que había hecho dos años antes. Hacer una lista de aquel tipo era algo extraño, pero fijar los objetivos era el secreto del éxito en la vida, tanto como en los negocios.

Recordó aquella lista mentalmente. Sería un hombre responsable, ambicioso y emocionalmente digno de confianza. Se preocuparía por los demás y sabría escuchar. Le afectaría tanto el dolor de Lali como el suyo, y la conocería muy bien, algunas veces mejor que ella misma.

Ah, y le regalaría rosas. El romanticismo era un ingrediente muy importante del amor, aunque no el primero. Una no se podía dejar hechizar por alguien que no cumplía otros requisitos más elementales.

Y tendría sentido del humor, añadió en aquel momento. ¿Cómo era posible que hubiera olvidado aquello? Desde luego, Peter era lo contrario a su sueño en casi todo, incluso en el color morocho del pelo. Pero tenía sentido del humor. El sentido del humor sí era importante.

lunes, 23 de julio de 2012

Cap. 14 "Un Extraño en Casa"

Holaaaaaaaaa!

Aca va el capituloooo!

Mas tarde otro y ultimo del dia :D

Besitoos.. @LalaEsposito_MF (Maria Flor)

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Aquello era una buena idea que le ahorraría bastante tiempo, pensó Lali.

-No me gustaría molestarte. Tienes mucho trabajo que hacer aquí en la casa.

-Tengo mucho tiempo.

-Sólo un mes.

Él sonrió, reconociendo que ella tenía razón, pero desviando la conversación de nuevo.

-Déjame que te ayude.

-Muy bien. Te lo agradezco mucho. Yo pagaré la gasolina, por supuesto.

-Vamos. Somos compañeros de piso.

Por alguna razón, los dos miraron a la cama deshecha. Lali tuvo la repentina necesidad de que él se marchara de la habitación, iluminada por una suave luz dorada, y que resultaba demasiado íntima para dos extraños que acababan de examinar la ropa interior del otro.

Miró hacia lo que sería la habitación de Peter, al menos aquella noche, y vio el hueco en la pared.

-¿Te importaría colgar la sábana ahora? Quizá pudiéramos usar una de las telas que hay sobre los sofás -más opaca, gruesa y agradable que una sábana.

-¿Estás segura? No me molestarás, a menos que andes en sueños. Y eso no tendría por qué ser un problema, obligatoriamente... -él estaba bromeando, pero ella sintió un escalofrío por la espalda.

-Soy muy silenciosa cuando duermo, pero me gustaría que pusieras la tela, por favor.

-Tú eres la jefa -dijo él, y salió, con Lucky siguiéndole los talones.

Al minuto, Peter volvió con la tela y entre los dos la colgaron tapando el hueco. Era gruesa, pero no amortiguaría el sonido. Lali estuvo tentada de decirle a Peter que no llevara a Barbi aquella noche, pero pensó que ya le había dado suficientes órdenes, y rezó por quedarse dormida antes de que empezaran los jueguecitos.

Un resoplido hizo que se diera la vuelta. Allí estaba Lucky, con su último par de medias colgándole del morro.

-¿De dónde has sacado estas? -le preguntó ella mientras se las quitaba rápidamente y las miraba-. Destrozadas.

Peter se rió.

-Lucky, esa no es forma de inspeccionar la ropa interior de una señora.

-Me costaron una fortuna.

-Tienes unas piernas estupendas, ¿por qué te las tapas?

-Es por una cuestión de principios -dijo ella, aunque el cumplido no se le pasó por alto. Sus medias caras estaban destrozadas, igual que su plan de vida en aquel momento. Le dedicó a Lucky una mirada furiosa.

«¿Quién, yo?», parecía estar diciendo el perro.

-Vamos, Lucky -dijo Peter-. Creo que ya hemos terminado de darle la bienvenida -abrió la cortina hasta que el perro pasó a la otra habitación, y dudó antes de seguirlo.

-Llámame si necesitas ayuda -le dijo.

¿Ayuda? ¡Ojalá Dios la salvara de su ayuda por aquella noche!

-No te preocupes, estaré perfectamente - respondió, aliviada cuando por fin él dejó caer la cortina tras él.

Mientras Lali doblaba y guardaba cuidadosamente las prendas inmencionables que Peter había mencionado tantas veces, lo oía haciendo cosas en su habitación. «El blanco es muy provocativo», había dicho él. «Sencillo e inocente». Le ardían las mejillas. Aquel chico no tenía pelos en la lengua.

Cuando terminó de colocar sus cosas, miró la habitación. Necesitaba poner sus fotografías en la pared, y quería la mecedora y las sábanas que tenía en el guardamuebles. Con la camioneta del amigo de Peter, podría llevarlo todo a casa de una vez.

Y en aquel momento, decidió que iba a llamar a su madre.

-Lo siento, cariño. Tenías tanta ilusión puesta en lo de Londres... -le dijo.

-Pero esto también es un desafío -dijo ella-. Montar mi propio negocio será divertido --el estómago se le encogió de la tensión.

-¿Cómo es la casa de la playa?

-Muy... de playa. Cande la estaba arreglando. Así que yo estoy... mm... encargándome de lo que quedaba.

-Cuando te propones algo, lo consigues. Eres como yo en ese sentido.

-Espero ser como tú.

-Por supuesto que lo eres. Tu padre era muy distraído. Siempre estaba dispuesto a cambiar de objetivo. Tú tienes una buena cabeza sobre los hombros.

Aunque con Peter en escena, Lali no estaba segura de poder enfrentarse a las cosas con su eficiencia habitual.

-¿Qué pasa? -le preguntó su madre.

-Nada. El hombre que está haciendo la reforma también vive aquí.

-Oh. Bueno. ¿Y eso es aconsejable?

-No lo creo. Le he pedido que se buscara otro alojamiento.

-Muy lista. ¿Es habilidoso?

-A mí me parece que es demasiado relajado, pero Cande me ha dicho que es bueno.

-¿Tiene un contrato con él?

-No lo sé. Al menos, yo no he visto ninguno -seguramente, Peter habría hecho un barquito de papel y lo habría echado al mar.

-Pues eso es un gran error con los obreros demasiado relajados. He oído de todo en el restaurante. Dile que tenéis que firmar uno.

-Me ocuparé de que haga lo que tiene que hacer.

-No dudo que lo harás. Tú eres muy inteligente Lali pensó que ojalá ella tuviera tanta confianza en sí misma como la que le otorgaba su madre.

De repente, oyó un suspiro.

Cap. 13 "Un Extraño en casa"


WOOOOOOW! cuando hoy abro el blog y tenia 20 comentarios dije que tierniiiiiiiis que sooon!.....

Dedicado este capitulo a TOD@S l@s que hoy firmaroooon!

Espero que les guste este capitulo... yo si fuera Lali..... verguenza por años tendriiiia! jaja

Tipo tardecita subo otro cap... y si hacen muchos comentarios subo otro! :D


Besitooooos @LalaEsposito_MF (Maria Flor)


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-¿Qué tienes ahí? -bromeó.

Ella se apretó la ropa contra el pecho, consciente de que la mayoría eran braguitas blancas de algodón.

-Si me enseñas lo tuyo, yo te enseñaré lo mío -dijo él, y abrió un cajón de la cómoda, lleno de calcetines y de calzoncillos de todos los colores, la mayoría de ellos de seda.

-Ya es suficiente -Dijo ella, apretando más contra el pecho las prendas inmencionables.

-No hay nada malo en que tus braguitas sean blancas. El blanco es muy provocativo -continuó él, haciendo caso omiso de mejillas enrojecidas de su interlocutora-. Es sencillo e inocente. Por ejemplo, el sujetador que tú llevas. Es tan fino que un chico- podría pensar que no llevas nada... estoy hablando en teoría, por supuesto.

-Por supuesto -dijo ella, y cruzó los brazos sobre el pecho.

-No tienes ni idea del efecto que tiene en un hombre saber que una mujer no lleva ropa interior -dijo él, mirándola fijamente.

Ella notó un calambre en las piernas, así que tuvo que volverse a recoger más ropa de la maleta. Se volvió justo cuando él comentaba:

-Ni broches, ni cierres, ni ganchos... Sólo una fina capa de tela entre nosotros y la gloria -tomó todas las camisetas que había en-un cajón, lo vació y la miró sonriendo-. Y si descubres que no lleva braguitas... bueno, eso es todo un premio.

¿Y por qué piensas que a mí me interesa saber todo eso? -preguntó ella mientras llenaba el cajón con sus cosas, pasando a dos centímetros de Peter, que estaba apoyado en la cómoda.

-¿No se preguntan las mujeres en qué piensan los hombres?

-Ya lo sabemos. En el sexo, cada quince segundos, ¿no? -cerró el cajón de un enérgico empujón con la cadera.

-Bueno, yo no llevo ropa interior -dijo, y le guiñó un ojo-. Por si tienes curiosidad.

Ella no pudo evitar mirarle el bañador, y cuando elevó la mirada, él estaba esperando para sonreírle con suficiencia. La había pillado.

-Las mujeres me compran estos -dijo él, levantando la carga que llevaba en los brazos-. Sólo Dios sabe por qué.

Seguramente no perdía un segundo a la hora de quitárselos, pensó Lali.

El se marchó, con Lucky siguiéndolo de cerca. Lali lo observaba mientras salía, preguntándose cómo era posible que hubiera estado bromeando sobre su ropa interior con un hombre al que había conocido hacía cuatro horas.

Al menos, pareció que Peter se contagiaba de su energía, y tomó buen ritmo. Mientras ella vaciaba su segunda maleta, Peter sacó el banco de ejercicios y otras cosas que tenía apiladas en una esquina, silbando alegremente durante todo el rato.

Lali puso una foto suya con su madre en su mesilla de noche y Peter se paró a mirar.

-¿Es tu madre? -dijo él, tomando el marco para examinar la imagen de cerca.

-Sí. Es la Navidad de hace tres años.

-Te pareces a ella -dijo Peter-. La misma mandíbula y la misma boca. Y también tenéis los mismos ojos verdes. Son bonitos.

-Gracias -dijo ella. Miró la foto de nuevo, y se concentró en su madre-. Parece cansada en esta foto, ¿verdad? Trabajó turnos dobles para poder celebrar la Navidad -aquello tenía que terminar. Lali no podía esperar más a ganar dinero para que su madre pudiera trabajar sólo media jornada, y quizá estudiar algo, tomarse unas buenas vacaciones, hacer algo que realmente le apeteciese además de trabajar todo el día. Aquel pensamiento hizo que se le encogiera el estómago. Tenía que hacer que aquel negocio funcionara, o moriría en el intento.

-Pues invítala a pasar el fin de semana -sugirió Peter-. Así podrá disfrutar de la playa.

Lali se rió.

-¿Mi madre en la playa? No me la imagino - y, sin embargo, estaría bien que se tomara un respiro y pudieran hablar durante horas. En cuanto tuviera arreglada la casa y el negocio funcionara, le diría a su madre que fuera a visitarla.

Peter dejó la foto y después paseó la mirada por la habitación.

-Parece que ya estás instalada.

-Por ahora. Mañana sacaré el equipo de oficina y traeré algunas cosas que tengo en un guardamuebles. Alquilaré una furgoneta, supongo.

-¿Necesitas una furgoneta? Yo puedo pedir una prestada si quieres.

domingo, 22 de julio de 2012

Cap. 12 "Un Extraño en Casa"


Sin embargo, cuando diez minutos después asomó la cabeza por la puerta de su habitación, el único cambio que vio fue una pila de camisas hawaianas encima de su cama, recién sacadas del armario, donde además había botas de montaña y zapatillas de ciclismo. Y otra tabla de surf.

Peter estaba al lado de la cómoda mirando una revista mientras hacía giros de muñeca con una pesa.

-¿Qué tal va la mudanza? ¿Te ayudo? -le preguntó ella.

-Muy bien -él sonrió.

Ella iba a objetar algo, pero el comentario murió en sus labios al observar cómo su bíceps y su tríceps se movían al compás de la muñeca. Desvió la mirada y se fijó en una fotografía que había sobre el mueble. Había cuatro personas: un hombre de aspecto severo con un uniforme de la Marina, una mujer muy guapa, una niña y un adolescente de unos dieciocho años. Era Peter, con el pelo por los hombros, ropa que le quedaba muy grande y una expresión malhumorada en el rostro, que no tenía nada que ver con la expresión despreocupada y sabelotodo de aquel momento.

-¿Esta es tu familia? -le preguntó.

Peter dejó de hacer giros de muñeca y la miró.

-Sí. Yo tenía diecinueve años, creo. Hace diez años.

-No pareces muy feliz.

-No lo era -dijo él, y estudió la foto-. Mi padre y yo nos peleábamos todo el rato. Él es almirante, y yo no quería ni oír hablar de hacer carrera en la Marina.

-Tuvo que ser duro.

-Todo el mundo se rebela en algún momento -respondió, pero Lali se dio cuenta de que había más cosas que él no iba a contarle.

-Así que debiste mudarte muchas veces. ¿Has vivido en bases militares?

-Algunas veces.

Tan cerca de él, ella se dio cuenta de lo grande y robusto que era, y percibió el agradable olor a coco de su piel.

-Debió de ser muy duro, dejar los amigos, la 'escuela, y todo...

-Se hacen nuevos amigos. Yo aprendí a viajar ligero de equipaje.

Ella se acordó de todas las cosas que tenía acumuladas en la casa y se preguntó a qué se estaría refiriendo.

-Creo que fue más difícil para mi hermana que para mí.

-¿Es esta? -preguntó Lali, señalando a la chica de la fotografía.

-Sí. Esta es Rochi.

-Es muy guapa. Y tu madre también.

-Rochi es una gran chica. Si puedo evitar que mis padres le estropeen el espíritu.

-¿De verdad?

-Creo que tienen miedo de que se vuelva como yo.

-¿Y eso es malo?

-Para ellos, sí. Mi padre vive bajo unos preceptos muy rígidos. A mí me fue bien en la facultad, pero no tanto como él quería. Y además, no sólo no estaba interesado en seguir la carrera en la Marina, sino que discutía sobre el gasto militar del estado a la hora de la cena.

-Oh -dijo ella.

-Supongo que debieron de adoptarme -él sonrió, pero Lali vio la tristeza en sus ojos.

-Aquí está muy contenta -dijo Lali, tomando una foto en la que Rochi aparecía con un chico, el día del baile de graduación.

-Sí, pero tiene que hacer muchos esfuerzos para llevarse bien con mis padres, y sé que no quiere que yo me preocupe -lijo, y miró la fotografía.

A Lali le parecía muy tierno que Peter estuviera tan preocupado por su hermana.

-Ahora que sabes cosas de mi familia -dijo Peter-, cuéntame cosas de la tuya.

-No hay mucho que contar. Mi madre vive en Pasadena.

-¿Tienes hermanos o hermanas?

-No. Sólo somos mi madre y yo. Mi padre murió cuando yo tenía tres años.

-Lo siento -Peter estaba tan cerca de ella, que la incomodaba; observaba su cara con mucha atención.

Ella dio un paso atrás y chocó contra la cómoda.

-No pasa nada. No lo recuerdo. Mi madre y yo formamos un buen equipo. Siempre solas contra el mundo, ¿sabes? -Dijo Lali, y sonrió.

-¿Y están muy unidas?

-No tanto como yo querría. Las dos estamos muy ocupadas. Hablamos mucho por teléfono - se sentía culpable por aquello, pero últimamente, con su nuevo negocio, había estado obsesionada. Preocupada por aquel pensamiento, intentó concentrarse en la tarea que tenía entre manos-. Será mejor que te ayude a vaciar la habitación - dijo ella-. ¿Qué te parece si empiezo por el armario?

-¿Siempre tienes tanta prisa? -preguntó él.

-Así es como consigo hacer las cosas.

-Tengo la sensación de que, si no te vigilo, me vas a llevar por delante.

-No parece probable -ella ya lo sabía, porque había chocado contra su poderosa anatomía en la puerta de la casa. Al acordarse, se estremeció. Intentó no imaginarse a sí misma tropezándose con él al lado de una cama.

Peter sacudió la cabeza con resignación. Tomó las camisas de la cama, y después sacó el calzado del armario y se lo llevó todo a la otra habitación a través del agujero que había en la pared.

Entonces, Lali empezó a colgar su ropa. Al día siguiente, se encargaría de sacar de la maleta todo aquello que haría que se sintiera en casa. Justo cuando Peter volvió, estaba sacando la ropa interior.

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El capitulo que sigue esta genialll......... pero lo subo mañana..... porque muy pocas lectoras quisieron capitulo :(

Besooooooos @LalaEsposito_MF (Maria Flor)