Lali lo miró. Tenía muy buen carácter y
un cuerpo muy musculoso. Irradiaba una confianza en sí mismo y una tranquilidad
de las que atraían a las mujeres. Ella misma sintió una chispa por dentro. Uno
no podía resistirse a la llamada de la naturaleza, supuso, no importaba que
fuera inconveniente.
-Míralo de esta forma –continuó Cande-.
Si no te gusta el color de la pintura o los azulejos que yo elegí, puedes
cambiarlos. Yo lo pagaré. Si quieres, añade unas cuantas cosas más mientras él
esté disponible.
-No puedo permitírmelo. Y no quiero nada
más. Yo... oh, demonios, tengo demasiadas cosas en las que pensar.
-Lo vas a hacer muy bien, Lali. Conseguir
clientes no es tan difícil. Además, tu trabajo habla por sí mismo. Empieza con
los contactos que yo te he dado, usa mi agenda, y llámame para cualquier duda.
Si estoy en algún sitio en el que haya teléfono, claro -y se rió-. En serio.
Tienes todo lo que necesitas para tener éxito.
Todo, excepto los clientes.
-Te agradezco tu fe en mí -le dijo Lali-.
Hablaremos pronto.
-Adioooós.
¿Adioooós? ¿Qué le había hecho aquel Agustin
Sierra a la sensatez de Cande? Lali colgó frustrada y metió el móvil de nuevo
en el bolso. Después miró al hombre semidesnudo que la observaba con algo de
desconcierto.
-Entonces, supongo que eres el pintor
-dijo ella, intentando sonreír.
Él inclinó la cabeza para asentir.
-Y el que arregla los marcos de las
puertas, el carpintero, el escayolista y, posiblemente, el electricista, a
juzgar por los cortocircuitos que hay en el baño..
-¿Cortocircuitos en el baño? -repitió
ella, sombríamente-. Tengo que sentarme -dijo, y se inclinó para tomar el
equipaje y entrar en la casa.
Peter le quitó las maletas, las levantó como
si no pesaran nada y le sostuvo la puerta para que entrara. Al pasar a su lado,
Lali percibió una vez más su olor a sol cálido y a coco. Agradable de una forma
playera.
Miró a su alrededor en el diminuto salón
y se le encogió el corazón. Casi no había sitio para sentarse. El mobiliario
estaba cubierto con telas, y había tablones y herramientas por todas partes.
También había una tabla de surf y dos bicicletas apoyadas en una pared, una de
ellas, desmontada.
Peter dejó las maletas en el suelo,
apartó la tela que cubría el sofá y le señaló galantemente un sitio para que se
sentara. Ella se dejó caer de un modo muy poco femenino.
-¿Mejor?
-Un poco.
Peter se sentó en una silla muy cerca de
ella; se le movieron los músculos de las piernas y del pecho con aquel sencillo
gesto. El motivo por el que se abandonó en su cuerpo en un momento como aquel
era un misterio. Debía de ser a causa del agotamiento. No podía apartar la
mirada de él, como si se hubiera quedado hipnotizada por un objeto brillante.
-Esto es un poco confuso -dijo,
intentando aclararse las ideas-. Cande me vendió esta casa mientras estábamos
en Londres y ahora...
-Y ahora yo se la estoy arreglando. No
hay ningún problema -dijo él. Tenía los ojos más azules y la boca más expresiva
del mundo. Y ancha, como si se pasara la mayor parte del tiempo sonriendo.
-Sí, si hay problemas -corrigió ella-.
Tengo que vivir aquí, ¿sabes? Y trabajar aquí. Y...
-No te preocupes. Soy un compañero de
piso estupendo.
-Estoy segura de que lo eres, pero, de
verdad, no quiero un compañero de piso -ni una obra en casa. Era evidente que Peter
no era de los que trabajaban ordenadamente. Las herramientas y los materiales
estaban desparramados por todas partes. Sólo Dios sabía cómo estaban el resto
de las habitaciones.
-Yo tampoco, pero soy flexible -dijo él,
y se encogió de hombros-. Te puedes quedar con la habitación principal, ya que
es tu casa.
Ella se quedó mirándolo.
-Como acabo de decir, me gustaría tener
la casa para mí sola.
Él le devolvió la mirada, pestañeó y
sonrió.
-Soy consultora le explico ella. Era un
trabajo que requería concentración, tranquilidad y orden, y, como mínimo, una
habitación que le sirviera de despacho. Paseó la mirada por la sala y la
encontró de la misma forma que encontraba su vida en aquel momento: caótica y
confusa. Se sintió desesperada. Apoyó los codos en las rodillas y apoyó la
cabeza entre las manos.
-Creo que ahora estás un poco asustada.
Vamos a esperar unos días, a ver qué tal resulta todo.
Ella levantó la cabeza y lo miró.
Él sonrió.
-¿Qué pasa, que quieres echarme hoy?
¿Quieres que ya duerma en la playa?
-Estoy segura de que tienes amigos o
familia con los que puedes quedarte.
Él se quedó mirándola con aquellos ojos
de color miel. Lali sabía que el silencio era un arma para negociar, mediante la
cual se conseguía que el adversario acabara soltando una respuesta afirmativa,
y ella sentía que estaba a punto de sucumbir, quizá porque Peter era tan
desconcertantemente guapo y estaba tan... desnudo. Y parecía que veía más de lo
que ella quería revelar.
Me encanto el capítulo! que caballero Peter. Mas nooove! Besos
ResponderEliminargenial esta muy buena queiero mas besos @lalipeter12
ResponderEliminarme encantaron los dos capítulos! esta muy buena la novela ya quiero el proximo
ResponderEliminarbesos
Me encanta más!!
ResponderEliminarBUENISIMO!! jummm aunquee mucho no me gusto quee quisieraa correr a peter pobree jajajajaja pro yo creo que va a seder antee el mee encanto el caap fuee geniaal :DD!!
ResponderEliminar@maaff_lazaro
Muy bueno el cap!Vamos a ver cómo resulta la convivencia!
ResponderEliminarMe gusta la nove! Sube mas!!!
ResponderEliminarUn besito, @clau_carpediem
me encanta♥ espero mas
ResponderEliminar@Angie_232alma
X mucho desastre k tenga en la casa Peter se muestra amable,no dudo k la haga sentir bien.
ResponderEliminarAaahhhhh me encanto el cap, Peter un caballero le llevo las maletas, le abrió la puerta y saco la tela del sillón =$ jajajaj me encantoooo eel cap! Noooo qe Lali no lo heche por favorr, que lo reconsidere :D esta buenisima la nove! Gracias por siempre avisarme por Twitter un beso enorme MASSSS NOVEEEEEE POR FAS! @LuciaVega14
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