-¿Acabas de llegar a la ciudad? -le
preguntó amablemente.
-Sí. Acabo de llegar de Londres.
-Y estarás muy cansada. Pareces
derrotada. ¿Por qué no te quitas ese traje y descansas un poco? Cuando te
sientas mejor, podemos hablar de esto con más calma.
Lali reprimió el impulso de decirle que
ya habían hablado del aquello. Ella se quedaba y él se iba. Ya le había dado
una pista de que iba en serio, pero no quería decírselo con demasiada aspereza.
Él no tenía la culpa de que Cande los hubiera puesto en aquella situación.
-Ven conmigo y te enseñaré tu habitación
- dijo, y la tomó por el codo. Normalmente, a ella no le gustaban los hombres
que pensaban que podían tocarla cuando acababa de conocerlos, pero él era
diferente, amistoso, agradable y con ganas de ayudarla, sin presionarla. Y la
soltó en cuanto ella se hubo levantado.
Lo siguió hasta un pequeño pasillo que
conducía a dos habitaciones y un baño; todavía sentía el calor de sus dedos en
el codo.
-Yo me cambiaré a esta otra habitación
-le dijo Peter, señalándole la de invitados. ¿Qué había sido del cuarto
ordenado y agradable en el que se. había quedado cuando había estado allí con Cande?
Estaba llena de botellas de oxígeno, trajes de neopreno, aletas...
¿Cómo era posible que alguien encontrara
la cama, y mucho menos pudiera dormir allí? Y lo peor de todo era que le
faltaba la mitad de la pared. A través del borde del muro veía la otra
habitación y la cama donde debía de estar durmiendo Peter.
-¡No hay pared! -exclamó ella,
volviéndose a mirarlo.
La madera se pudrió por la humedad, así
que tuve que tirarla.
-Y cómo vamos a...? Quiero decir... no
podemos dormir así
-Te prometo que no ronco -dijo él, le
leyó los pensamientos-. Pondremos después una sábana, si quieres. Y relájate,
no te molestaré. Nada de sonambulismo, ni de ninguna otra cosa pero supo a lo
que él se refería con aquel «de ninguna otra cosa», y se sintió vagamente
ofendida porque lo hubiera dicho tan rápidamente. Ella era razonablemente
atractiva, pero él la había desestimado exactamente igual que el chico de la
tabla de surf que le había llamado «señora». Llevaba moño porque era cómodo y
además dejaba ver uno de sus mejores rasgos, el cuello.
-Con la sábana vale por esta noche -dijo
con firmeza, intentando no hacer caso a aquella ofensa a su feminidad-. Y
mañana puedes buscar otro sitio donde mudarte.
-Mira tu habitación -respondió él,
ofreciéndole una mano para que saltara un tablón que había en el camino. Ella
no la tomó. Podía entrar en su habitación por sus propios medios. En su cuarto
había más cosas de Peter, cosas personales en desorden, bañadores por `el
suelo, camisetas en una esquina, una guitarra y un banco de ejercicios.
Realmente, se había instalado por completo en las tres semanas que llevaba
allí.
-Las sábanas están limpias, las cambié
ayer, pero si quieres volveré a hacerlo ahora.
-No, estoy segura de que están bien.
-Es un buen colchón. Pruébalo -dijo él, y
se acercó.
-No es necesaria ninguna demostración,
gracias -de ninguna manera iba a dejar que la tumbara en la cama ni se iba a
quedar mirando a Peter, medio desnudo.
Él se agachó a su lado y tomó una
camiseta. Flexionó los músculos de los muslos y los de las nalgas. Guau. Era
posible que Peter pareciera perezoso, pero no había nada de perezoso en su
cuerpo. No tenía ni un gramo de grasa en las piernas, ni en los brazos ni en la
espalda, y tenía los músculos del abdomen muy marcados, gracias, sin duda, al
banco de ejercicios. La imagen pasajera de Peter levantando pesas hizo que a Lali
le temblaran las piernas.
Peter se incorporó. Ella apartó la
mirada, pero era demasiado tarde. Él la sorprendió mirando y sonrió.
-Me llevaré mis cosas después, para que
puedas dormir ahora. Quítate la ropa, descansarás mejor.
-Estoy perfectamente, gracias -respondió
ella.
Parecía que él mismo la estaba desnudando
con los ojos, así que cruzó los brazos sobre el pecho.
«Me has pillado», concedió él con la
mirada, alegremente.
Aquella mirada penetrante la resarció por
su comentario anterior. Podía ser superficial por su parte, pero como mujer, se
sintió mejor.
-¿Qué te parece que te haga un batido de
plátano? -le preguntó él-. Necesitas potasio. Volar baja mucho el nivel de
sales.
-Gracias, no es necesario. Estoy bien.
Sólo necesito dormir.
-Entonces, cuando te levantes -Peter se
marchó de la habitación, ocupando todo el hueco de la puerta mientras salía. Lali
se dio cuenta de que él se había librado del desahucio porque ella no había
dicho nada. Tendría que rectificar aquello más tarde, amable, pero firmemente.
El agotamiento y la atracción súbita que había sentido por él habían debilitado
su determinación habitual. Se echaría una buena siesta y atacaría de nuevo más
tarde.
Se aseguró de que la puerta estuviera
cerrada, se quitó la chaqueta, la falda y la blusa, y el sujetador por debajo
de la combinación, que iba a usar como camisón.
Después se quitó los zapatos y las
medias, las dobló cuidadosamente y las puso sobre la cómoda. Se echó en la cama
y cerró los ojos. Era tan delicioso tumbarse... Todo sería mucho mejor después
de una buena siesta.
El olor a coco de Peter le llegó a la
nariz desde la almohada... agradable, aunque demasiado íntimo. Le recordaba
tanto a él, que casi no podía dormir.
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Voy a empezar a subir dos capitulos por dia..... mas tarde subo otro...
Besoos
Me encanta más!!
ResponderEliminarAaayyyyy yo no se como hizo Lali para resistirse, yo me le tiraba encima :p Jajajaja me encanto el cap!! Ayyy gracias por subir otro después, me re encanto el cap y para mi que la nove va a estar buenisima :D gracias por todoo en realidad, por subir, dos, por avisarme! :)masssssss noveeeeee por fas!
ResponderEliminarMassssss noveeeee por fas!
ResponderEliminarmasssssssss ♥
ResponderEliminarMe gusto la adaptacion
ResponderEliminarespero mas!
Lali sin poder dormir ,esas sábanas tienen la esencia d Peter.
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